Artigo retirado do site: https://doctrinadeladeidad.files.wordpress.com/2009/06/el-lugar-de-cristo-en-la-divinidad.pdf
**Nota de esclarecimento: Este site não costuma postar (ou pelo menos nunca postou) artigos em outras línguas que não o Português. Entretanto, por se tratar de uma língua irmã e muito semelhante ao Português é que postamos este artigo em espanhol. Qualquer dificuldade na compreensão no contacte que traduziremos a parte em que haja dúvida.
Elena de White
1. Uno con el Padre eterno. “Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios,
era uno solo con el Padre eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en
propósitos; era el único ser que podia penetrar en todos los designios y fines
de Dios. ‘Y llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre
eterno, Príncipe de paz’ ‘sus salidas son desde el principio, desde los días
del siglo’ (Isa. 9: 6; Miq. 5: 2)” (Patriarcas y profetas, p. 12)
2. Cristo y el Padre de una
sustancia. “Los
judíos nunca antes habían oídos estas palabras de labios humanos, y una
influencia convincente los asistió, porque parecía que la divinidad destellaba
a través de la humanidad, cuando Jesús dijo: ‘Yo y el Padre uno somos’ (Juan
10:30). Las palabras de Cristo estaban llenas de profundo significado al
asegurar que él y el Padre son de una misma sustancia y poseen los mismos
atributos” (The
Signs of the Times, 27 de
noviembre de 1893, p. 54).
3. Uno en poder y autoridad. “Sin embargo, el Hijo de Dios era el
Soberano reconocido del cielo, y gozaba de la misma autoridad y poder que el
Padre” (El
conflicto de los siglos,
p. 549).
4. Igual que el Padre. “Este es el misterio de la piedad, que
alguien igual al Padre revistiera su dignidad con humanidad y, colocando a un
lado toda la gloria correspondiente a su oficio como Comandante del cielo,
descendiera paso a paso en el sendero de la humillación, soportando un oprobio
cada vez mayor” (Alza
tus ojos, p. 88).
5. Posee los atributos de Dios. “La única manera en que la raza caída
podría ser restaurada era por medio del don de su Hijo, igual a él mismo, quien
posee los atributos de Dios. Si bien era sumamente exaltado, Cristo accedió a
asumir la naturaleza humana, para poder trabajar en favor del hombre y
reconciliar con Dios a sus súbditos desleales. Cuando el hombre se rebeló,
Cristo alegó sus méritos en su favor, y llegó a ser el sustituto y la seguridad
del hombre. Emprendió la lucha contra los poderes de la oscuridad en favor del
hombre, y prevaleció, venciendo al enemigo de nuestra alma, y entregando al
hombre la copa de salvación” (The Review and Herald, 8 de noviembre de 1892, p. 690).
6. Dios en el más alto sentido. “El mundo fue hecho por él, ‘y sin él nada
de lo que há sido hecho, fue hecho’ (Juan 1: 3). Si Cristo creó todo lo que
existe, entonces él existía antes de todas las cosas. Las palabras expresadas
con relación a esto son tan decisivas, que nadie necessita quedar presa de las
dudas. Cristo era Dios esencialmente y en el sentido más elevado. Era com Dios
desde toda la eternidad, Dios sobre todo, bendito para siempre. [...]
“Hay luz y gloria en la verdad de que
Cristo fue uno con el Padre antes que estableciera el fundamento del mundo.
Esta es la luz que brilla en un lugar oscuro haciéndolo resplandecer com gloria
divina y original. Esta verdad, infinitamente misteriosa en sí misma, explica
otras verdades misteriosas que de otra manera serían inexplicables, al paso que
está encerrada como algo sagrado en luz inaccesible e incomprensible...” (Exaltad a Jesús, p. 10).
7. El eterno y existente por sí
mismo. “El Rey del
universo convocó a las huestes celestiales a comparecer ante él, a fin de que
en su presencia él pudiese manifestar cuál era el verdadero lugar que ocupaba
su Hijo y manifestar cuál era la relación que él tenía para con todos los seres
creados. El Hijo de Dios compartió el trono del Padre, y la gloria del Ser
eterno, que existe por sí mismo, cubrió a ambos” (Patriarcas y profetas, pp. 14, 15).
8. Cristo, nuestro Padre eterno. “Por mucho que un pastor pueda amar a sus
ovejas, Jesús ama aún más a sus hijos e hijas. No es solamente nuestro pastor;
es nuestro ‘Padre eterno’. Y él dice: ‘Y conozco mis ovejas, y las mías me
conocen. Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre’. ¡Qué declaración! Es
el Hijo unigénito, el que está en el seno del Padre, a quien Dios ha declarado
ser ‘el hombre compañero mío’; y presenta la comunión que hay entre él y el
Padre como figura de la que existe entre él y sus hijos en la tierra” (El Deseado de todas las gentes, p. 447).
9. Vida original, que no proviene
ni deriva de otra. “Tratando
todavía de dar la verdadera dirección a su fe, Jesús declaró: ‘Yo soy la
resurrección y la vida’. En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva
de otra. ‘El que tiene al Hijo, tiene la vida’. La divinidad de Cristo es la
garantía que el creyente tiene de la vida eterna” (Ibíd., p. 489).
10. El existente por sí mismo. “Cayó el silencio sobre la vasta
concurrencia. El nombre
de Dios, dado a Moisés para expresar la
presencia eterna había sido reclamado como suyo por este Rabino galileo. Se
había proclamado a sí mismo como el que tenía existencia propia, el que había
sido prometido a Israel, ‘cuya procedencia es de antiguo tiempo, desde los días
de la eternidad’ ” (Ibíd., p. 435).
10. Redentor igual a Dios. “Cristo vino al mundo para revelar el
carácter del Padre y para redimir a la raza caída. El Redentor del mundo era
igual a Dios. Su autoridad era la
autoridad de Dios. Declaró que no tenía
existencia aparte del Padre. La autoridad con la que habló y obró milagros era
expresamente suya, y sin embargo nos asegura que él y el Padre son uno” (A fin de conocerle, p. 40).
12. Eterno, existente por sí mismo,
no creado. “Jehová,
el eterno, el que posee existencia propia, el no creado, el que es la fuente de
todo y el que lo sustenta todo, es el único que tiene derecho a la veneración y
adoración supremas” (Patriarcas
y profetas, p. 313).
13. Jehová es el nombre de Cristo. “Jehová es el nombre dado a Cristo. ‘He
aquí Dios es salvación mía –escribe el profeta Isaías–; me aseguraré y no
temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación
para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. Y diréis en
aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos
sus obras, recordad que su nombre es engrandecido’. ‘En aquel día cantarán este
cântico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros
y antemuro. Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de
verdades.
26:3 Tú guardarás en completa paz a aquel
cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti há confiado. Confiad en Jehová
perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos’ ” (The Signs of the Times, 3 de mayo de 1899, p. 2).
14. Jehová Emmanuel nuestro
salvador. “Las puertas del
cielo se abrirán otra vez y nuestro Salvador, acompañado de millones de santos,
saldrá como Rey de reyes y Señor de señores. Jehová Emmanuel ‘será rey sobre
toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre’ ” (El discurso maestro de Jesucristo, p. 93).
15. Jehová Emmanuel es Cristo. “Este es el galardón de todos los que
siguen a Cristo. Verse en armonía con Jehová Emmanuel, ‘en quien están
escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento’ y en quien ‘habita
corporalmente toda la plenitud de la Deidad’, conocerlo, poseerlo, mientras el
corazón se abre más y más para recibir sus atributos, saber lo que es su amor y
su poder, poseer las riquezas inescrutables de Cristo, comprender mejor ‘cuál sea
la anchura, la longitud, la profundidad y la altura’, y ‘conocer el amor de
Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la
plenitud de Dios’, ‘ésta es la herencia de los siervos del Señor, ésta es la
justicia que deben esperar de mí, dice el Señor’ ” (Ibíd., pp. 32, 33).
16. Uno con el Padre en naturaleza.
“Antes de la aparición del pecado había paz
y gozo en todo el universo. Todo guardaba perfecta armonía con la voluntad del
Creador. El amor a Dios estaba por encima de todo, y el amor de unos a otros
era imparcial. Cristo el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno con el Padre
Eterno: uno en naturaleza, en carácter y en designios; era el único ser en todo
el universo que podía entrar en todos los consejos y designios de Dios. Fue por
intermedio de Cristo por quien el Padre efectuó la creación de todos los seres
celestiales” (El
conflicto de los siglos,
p. 547).
17. Es fatal el rechazo de la
deidad de Cristo. “Si los
hombres rechazan el testimonio que dan las Escrituras inspiradas acerca de la
divinidad de Cristo, inútil es querer argumentar com ellos al respecto, pues
ningún argumento, por convincente que fuese, podría hacer mella en ellos, ‘El
hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son
insensatez; ni las puede conocer, por cuánto se disciernen espiritualmente’ (1
Corintios 2: 14, V.M.) Ninguna persona que haya aceptado este error, puede
tener justo concepto del carácter o de, la misión de Cristo, ni del gran plan
de Dios para la redención del hombre” (Ibíd., p.
579).
La eterna preexistencia de Cristo
1. Existencia distinta desde la
eternidad. “El
Señor Jesucristo, el divino Hijo de Dios, existió desde la eternidad como una
persona distinta, y sin embargo era uno con el Padre. Era la excelsa gloria del
cielo. Era el Comandante de las inteligencias celestiales, y el homenaje de la adoración
de los ángeles era recibido por él con todo derecho. Esto no era robar a Dios”
(Exaltad a Jesús, p. 10).
2. Siempre con el Dios eterno. “Cristo es el Hijo de Dios preexistente y
existente por sí
mismo [...] Al hablar de esta
preexistencia, Cristo hace retroceder la mente hacia las edades sin fin. Nos
asegura que nunca hubo un tiempo cuando él no haya estado en estrecha relación
con el Dios eterno. Aquel cuya voz los judíos escuchaban en ese momento había
estado junto a Dios” (The
Signs of the Times, 29 de
agosto de 1900).
3. Preexistencia inmedible. “Aquí Cristo les muestra que, aunque podían
calcular que su edad no alcanzaba los cincuenta años, su vida divina no podía
ser calculada por cômputos humanos. La existencia de Cristo antes de su
encarnación no se puede medir con cifras” (The Signs of the Times, 3 de mayo de 1899).
4. Unidos por toda la eternidad. “Desde toda la eternidad, Cristo estuvo
unido con el Padre, y cuando se revistió de la naturaleza humana, siguió siendo
uno con Dios” (Mensajes
selectos, t. 1, pp. 267,
268).
5. Gloria por toda la eternidad. “Cuando Cristo entró por los portales
celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan
pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre
los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado con la
misma gloria que había tenido con el Padre, desde toda la eternidad” (Los hechos de los apóstoles, pp. 31, 32).
6. Mediador desde la eternidad. “Aunque la Palabra de Dios se refiere a la humanidade
de Cristo mientras estaba en esta tierra, también habla decididamente acerca de
su preexistencia. La Palabra existía como un ser divino, el eterno Hijo de
Dios, en unión e igualdad con su Padre. El era el mediador del pacto desde la
eternidad, Aquel en quien, si lo aceptaban, serían benditas todas las naciones
de la tierra: tanto judíos como gentiles. ‘La Palabra estaba con Dios, y la Palabra
era Dios’ (Juan 1:1, BJ). Desde antes que fueran creados los hombres o los
ángeles, la Palabra estaba con Dios, y era Dios” (Exaltad a Jesús, p. 10).
7. Sin final y siempre existente. “Un ser humano vive, pero la suya es una
vida prestada, una vida que será apagada. ‘Porque ¿qué es vuestra vida?
Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se
desvanece’. Pero la vida de Cristo no es neblina; es sin final, una vida que
existía antes que los mundos fueran hechos” (The Signs of the Times, 17 de junio de 1897, p. 5).
8. Desde los días de la eternidad. “Desde los días de la eternidad, el Señor
Jesucristo era uno con el Padre; era ‘la imagen de Dios’, la imagen de su
grandeza y majestad, ‘el resplandor de su gloria’ ” (El Deseado de todas las gentes, p. 45).
9. Antes que los ángeles fueran
creados. “Era uno con el
Padre antes que los ángeles fueran creados” (The
Spirit of Prophecy, t. 1, p. 17).
10. Era desde toda la eternidad. “Cristo era Dios esencialmente y en el
sentido más elevado. Era con Dios desde toda la eternidad, Dios sobre todo,
bendito para siempre” (Exaltad
a Jesús, p. 10).
11. Cristo la presencia eterna. “El nombre de Dios, dado a Moisés para
expresar la presencia eterna había sido reclamado como suyo por este Rabino
galileo. Se había proclamado a sí mismo como el que tenía existencia propia, el
que había sido prometido a Israel, ‘cuya procedencia es de antiguo tiempo,
desde los días de la eternidad’ ” (El Deseado de todas las gentes, p. 435).
12. Igual desde el comienzo. “En ella podemos aprender lo que nuestra
redención costó
al que desde el principio era igual al
Padre” (Consejos
para los maestros, padres y alumnos,
p. 15).
Tres personas en la Divinidad
1 1. Tres personas en el Trío celestial.
“Hay tres personas vivientes en el trío
celestial; em el nombre de estos tres grandes poderes –el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo– son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe, y esos
poderes colaborarán con los súbditos obedientes del cielo en sus esfuerzos por
vivir la nueva vida en Cristo” (El evangelismo,
p. 446).
2. La Divinidad unida en la
redención. “La
Divinidad se conmovió de piedad por la humanidad, y el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo se dieron a sí mismos a la obra de formar um plan de redención”
(Consejos sobre la salud, p. 219).
3. Los tres grandes poderes del
cielo. “Los que proclaman
el mensaje del tercer ángel deben vestir toda la armadura de Dios, para poder
permanecer firmes en su puesto, enfrentando la detracción y la falsedad,
peleando la buena batalla de la fe, resistiendo al enemigo con la palavra ‘Escrito
está’. Manténganse donde los tres grandes poderes del cielo, el Padre, el Hijo
y el Espíritu Santo, puedan ser su eficiencia. Estos poderes trabajarán con el
que se entregue sin reservas a Dios. La fortaleza del cielo está al mando de
los que creen en Dios. El hombre que hace de Dios su confianza está protegido
por una muralla inexpungable” (The Southern Watchman, 23 de febrero de 1904, p. 122).
4. Es imperativo cooperar con los
Tres. “Nuestra
santificación es la obra del Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo. Es el
cumplimiento del pacto que Dios ha hecho con los que se
relacionan íntimamente con él, permanecen
con él, con su Hijo y con su Espíritu en santa comunión. ¿Has nacido de nuevo?
¿Has llegado a ser una nueva persona en Cristo Jesús? Entonces coopera con los
tres grandes poderes del cielo que están obrando en tu favor. Al hacerlo,
revelarás al mundo los principios de justicia” (The Signs of the Times, 19 de junio de 1901).
5. Los tres eternos dignatarios. “Los eternos dignatarios celestiales –Dios,
Cristo y el
Espíritu Santo– armándolos [a los
discípulos] con algo más que una mera energía mortal... avanzaron con ellos
para llevar a cabo la obra y convencer de pecado al mundo” (El evangelismo, p. 447).
6. Los tres podes más elevados. “Debemos cooperar con los tres poderes más
elevados
del cielo: El Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo, y estos poderes trabajarán mediante nosotros convirtiéndonos en obreros
juntamente con Dios” (Ibíd., p. 448).
7. El triple nombre. “Los que son bautizados en el triple nombre
del Padre, de Hijo y del Espíritu Santo, al comienzo mismo de su vida cristiana
declaran públicamente que han abandonado el servicio de Satanás y que han
llegado a ser miembros de la familia real hijos del Rey celestial” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 389).
8. Tanto el Padre como el Hijo y el
Espíritu santo son la eterna Deidad: “La
eterna Deidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, está involucrada en la
acción requerida para dar seguridad al instrumento humano y unir a todo el
cielo para que contribuya al ejercicio de las facultades humanas, a fin de
alcanzar la plenitud de los tres poderes para unirlos en la gran obra designada.
Uniendo los poderes celestiales con los humanos, los hombres pueden llegar a
ser, por medio de la eficacia celestial, partícipes de la naturaleza divina y
obreros juntamente con Cristo” (Alza tus ojos,
p. 146).
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